En ocasiones (la mayoría), cuando
salimos por la noche y no es lo que esperábamos se nos queda un mal sabor de
boca, tal y como si hubieses tomado tres copas de la bebida que menos se tolera
(ginebra, obviamente). Sin embargo, opino que esto ocurre porque las
oportunidades se enfocan de una manera errónea porque, veréis, si existe la
buena compañía y amigos que siempre sonrían, una mala noche, jamás existiría.
Quedaría muy bonito dejarlo en
ese párrafo, desearos unas felices fiestas y marcharme a acumular turrón en mis
abazones, como si de una ardilla me tratase (en realidad es que soy una
ardilla, lo descubrimos la otra noche. Concretamente soy Scratch, la de Ice
Age). ¡Pero no, amigos! Hoy os voy a explicar todo aquello que se puede
aprender a lo largo de una noche que terminó siendo algo diferente de cómo se
había planeado pero en la que las carcajadas no faltaron en ningún momento.
Primero de todo, quiero aconsejaros una cosa: si desde un primer momento no queréis que los planes comiencen a variar y empezáis la noche con una cena: RESERVAD. En serio, es algo realmente importante porque si no reserváis os podéis encontrar dos horas después de lo previsto en un restaurante caro a 45 minutos andando de donde estabais. Aunque claro, siempre podéis entreteneros mientras esperáis vuestro turno y jugar a adivinar qué van a pedir tus amigos. Pero bueno, lo peor puede venir luego y es que termines compartiendo un tercio durante dos horas (una de ellas sin beber) por la falta de dinero… ¡y el tercio se caliente! Pecado, lo sé, pero las risas que nos echamos por la tontería compensarían cualquier mal del mundo.
Una vez se ha cenado, toca buscar
un sitio donde pasar el rato. Pero claro, ¿qué ocurre? Ya ni siquiera estamos
por donde habíamos escogido salir, así que toca, de nuevo, improvisar (estos últimos meses mi
capacidad de improvisación está desarrollándose mucho, la verdad). Así que ahí
estábamos, en un pub irlandés donde las canciones navideñas taladraban los
oídos y los chupitos no entraban como deberían porque costaban 2,5… (DOS
PUÑETEROS EUROS CON CINCUENTA). Pero como todo, si estás en buena compañía, los
males se curan. Por lo que las canciones navideñas se transformaron en la creación
de un nuevo coro donde después se aplicarían pasos de baile y el tomar los
chupitos se transformó en el aprendizaje de algunas técnicas sexuales muy
interesantes (como el candado chino. Chicos, tenéis que probarlo). Quedé con
las ganas de echar una partida de billar, pero prácticamente nos echaron del
pub (es lo que tiene salir un lunes).
Cuando estábamos en la puerta, la
gente comenzó a marcharse, aunque no sin antes llevarse unas lecciones de cómo
se podría ganar mucho dinero cantando villancicos y montando coreografías por
la calle. La mayoría no aceptó y quedamos tres valientes cantando “Merry
Christmas” por la Gran Vía y luego por toda la zona de fiesta (eso sí,
estábamos lo suficientemente cuerdos como para mirar en cada esquina que no
hubiese gente en la calle). Durante nuestro merodeo por la ciudad, encontramos
un “Show Girls” muy tentador que parecía invitarnos a entrar con esas luces de
neón azul, pero claro, como buenos posturetas que somos, nos hicimos un
maravilloso “selfie” y continuamos nuestro camino.
La verdad es que no recuerdo
cuánto tiempo estuvimos caminando, aunque en realidad da igual, porque también
estuvimos otro tanto sentados en la parada del bus esperando al autobús
fantasma (fíjate que no lo vimos, fijo que es que al ser fantasma era
invisible, qué se le va a hacer). Sin embargo, todo se hizo muy ameno porque
íbamos charrando, haciendo tonterías y sonriendo. Lo que yo os diga, a ver si
podéis sacar algo bueno de caminar tanto si estáis en mala compañía.
Por fin llegamos a la tierra prometida (la casa de nuestra amiga que, con toda su alma benevolente, nos permitió realizar nuestro reposo ahí). Aunque bueno, reposo, reposo, no es que hiciéramos la verdad y mira que lo intentamos. Tras enfundarnos el pijama (aunque el amigo que venía con nosotras ya lo llevaba puesto durante toda la noche), intentamos ponernos de acuerdo para ver una película (si digo “intentamos”, imagino que ya sabréis que poca película vimos), pero terminamos viendo vídeos hipnóticos para ser un macho alfa (aquí donde me veis, es mi sueño de toda la vida). Tras convertirnos en tres pares de machos alfa, necesitábamos ver sangre, así que vimos “el asesino de la cuchara” (lo sé, es demasiado fuerte para vosotros). No obstante, luego nos percatamos de que en realidad jamás seremos unos verdaderos machos alfa, pues no seríamos capaces de decirle no a un panda.
Tras tantos desvaríos a través de
la red, tocó ir a dormir. Ese momento en el que todo queda en silencio y
supuestamente se descansa. Pero no. Con amigos es imposible. Comenzamos a
comunicarnos a través de un lenguaje no verbal pero auditivo muy interesante
(algo así como: IIIIIIIIIIIIIIIIIH). Os sugiero que lo probéis y que, si os
entendéis, vayáis a un psicólogo (en serio, no estaríais muy bien de la
azotea). Después de unas largas conversaciones en las que despertaríamos a todo
el vecindario, redujimos las conversaciones a una habitación. E hicimos un gran
descubrimiento: la procedencia de los mocos. Sí, sí, como escucháis. En una
galaxia muy lejana (de donde venía Buzz Lightyear), unos alienígenas echan a un
agujero negro todas las secreciones que sus cuerpos pegajosos producen, pero lo
que ellos no saben es que esos agujeros negros están directamente conectados
con los orificios nasales de todo ser humano que se encuentre en el planeta
tierra (a los astronautas no les afecta si están fuera del planeta). Así que lo
dicho, nuestros mocos en realidad son babas de alien.
Las conversaciones, empujones,
cosquillas y risas se alargaron durante unas dos horas antes de quedar
completamente dormidas por puro agotamiento, pero eso sí, no nos fuimos sin un
último descubrimiento: si cuando te explican algo (o, por ejemplo, tras leer
todo este rollo), te cuesta procesarlo más que a los demás, no es que seas tonto
(que tal vez también), es que piensas en balleno y eres más lento (aunque jamás
superarás a Dori).
Felices fiestas a todos y no
olvidéis que los amigos también son vuestra familia. Dedicadles vuestro tiempo
y vuestras sonrisas, ellos harán lo mismo :)