jueves, 14 de mayo de 2015

Euforia nocturna.

Tendemos a creer que no somos lo suficientemente buenos. Tendemos a pensar que siempre va a haber alguien mejor, alguien más “perfecto”. Tendemos a sumirnos en un vacío que creamos nosotros mismos. Sin embargo, todo eso se encuentra en nuestra mente. Podemos ser todo lo que queramos y más. 

La única norma es no rendirse.

Veréis, no sé si será por todas las películas que he visto, por todos los libros que he leído o por toda la música que he escuchado, pero nunca me he sentido menos que algo. Sé quién soy y sé lo que quiero. Por esto mismo, sé perfectamente que debo esforzarme por ser la mejor versión de mí misma y que debo esforzarme para lograr mis objetivos. 

Porque puedo lograrlo.

Podría dejarlo ahí, pero es que hay una parte ineludible que ha afectado tremendamente a mi carácter: la gente que he conocido. Puede que me haya llevado muchísimas decepciones a lo largo de los años, al igual que yo he decepcionado, pero es que eso me ha formado como soy, como siempre debía ser. Aunque, obviamente, también he conocido muchísimas personas que nada más verlas llegar han dibujado una sonrisa de oreja a oreja en mi cara. ¿Y sabéis qué me ha pasado? Que esa sonrisa ya no se va. 

Por mucho que intenten borrarla.

Así que aquí estoy, sonriendo inevitablemente mientras los Beatles llenan mis oídos de alegría, porque “here comes the sun”, aunque sea medianoche. Porque el Sol siempre llega (y que no me venga ningún listillo diciendo que hay sitios en los que no, que ya sabéis que no hablo del físico, malditos). No podemos echarnos piedras a los bolsillos si lo que pretendemos es lanzarnos desde una azotea. Deberíamos atarnos globos, ¡y de muchos colores! ¡Que se nos vea bien desde el suelo! Porque la gente tiene que darse cuenta, que vivir en un mundo oscuro es bonito, pero pasar la eternidad en él es amargo, demasiado amargo. 

Siempre hay que querer darle un bocado a las nubes.

En estos momentos de euforia (in)contenida, os invito a TODOS a buscaros un buen Fuyur y a que busquéis vuestro propio País de las Maravillas, paseándoos por todos los rincones del mundo antes de llegar, pues hay tantas experiencias y tanta gente de la que aprender que en ningún momento debéis ir con prisa, así que aprended de nuestro amigo Ulises.

Lanzaos a por lo que más deseéis. Merecerá la pena.



PD.: No, no he tomado ninguna droga. Dejadme con esta locura transitoria.