miércoles, 1 de junio de 2016

Alas de acero.

Es curioso cómo los sentimientos se pueden ir amplificando a medida que pasa el tiempo.

Sé que para algunos resulta algo obvio lo que a mí me parece curioso, pero es solo porque no lo habéis observado desde un punto de vista diferente.

Para mí, en un comienzo es todo intenso. La pasión, la necesidad de estar con el otro... pero poco a poco eso tiende a ir en descenso.

Ya sabéis, las cosas suelen caer por su propio peso, y cuanto más queremos a alguien, más dudas y exigencias sentimos.

Sin embargo, siempre va a haber alguien que te rete. Que te haga ver lo que puedes llegar a sentir, que te haga olvidar todo lo que creías aprendido.

Y a mí eso me sucedió a partir de un día en el que, borracha perdida, empujé por las escaleras a un tipo que me estaba acosando al grito de: "¡no quiero nada contigo porque estoy enamorada!"

Sé que os preguntáis qué le pasó al tipo. Tranquilos, no ha muerto. Pero afortunadamente nunca volvió a aparecer en mi vida.

A lo que me refiero es que no me había dado cuenta de que mis sentimientos habían crecido tanto hasta ese preciso instante.

Los problemas obviamente comenzaron entonces. Porque yo sí lo sentía. Ella no.

Aquí ni se me pasó por la cabeza rendirme. Y os preguntaréis: "¿y esta gilipollas?"

Porque quien me conozca sabrá que estoy de Erasmus y creerá que lo que estoy haciendo es una tremenda gilipollez.

Pero para mí no.

Para mí esto es una simple prueba. Una aventura más en mi vida. Sería algo así como: "Estefanía y la mujer con el corazón de hielo".

Así como una mezcla entre Narnia y Harry Potter con unos toques de humor negro de la saga Millenium.

Y no es fácil, que lo sepáis. Pero, ¿y lo que reconforta? ¿Y lo feliz que seré cuando vuelva a España y pueda seguir demostrándole lo que la quiero?

Para mí, eso es lo más bonito de todo. Que yo continuaré siéndole fiel en una etapa en la que todos decidieron llamar a esto "Orgasmus".

Y cuando llegue el momento en el que se enamore de mí (si es que llega, y si no llega, pues a morir en el intento), sé que no va a ir cuesta abajo.

Porque sé que cuando suceda, ya habrá pasado lo peor para nosotras. Porque ya habremos tocado fondo juntas y nos habremos vuelto a alzar sobre nuestras propias alas.

Pero lo mejor de todo esto es que ya aprendí la lección hace tiempo:

Mis alas ya no son de cera. Ya puedo volar cerca del Sol.

PD.: Imagen tomada del blog de Vigo (http://lalibreria.blogspot.com.es/2007/03/aguilas-de-acero.html?m=1). Gracias :)
           

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